Cantando y bailando a mi pueblo Corongo

La historia de nuestra música popular registra, así como a sus grandes solistas, también la presencia constante de sagas que marcan con su oficio artístico no solo la difusión de una tradición musical sino también la continuidad de una tradición familiar en el arte. Este es el caso de la familia Collazos Garay quienes se juntaron en un memorable concierto para así seguir abriéndose un camino artístico entre el canto y las cuerdas de sus instrumentos.

De las serenatas o veladas familiares en su pueblo ancashino de Corongo y después en Lima, ellos saltaron afortunadamente al escenario y de allí al corazón de quienes empezaron a seguirlos y a compartir ese camino maravilloso, fantástico y entrañable que es transitar por el mundo sentimental y vital de la música y las canciones andinas.

El referente principal de los Collazos Garay, piedra angular de esta saga, es un icono de la música popular coronguina. Se llama José Garay Armijo, mas conocido como Pepe Garay o El Arriero de Corongo”, quien a través quizás de cinco legendarias décadas ha permitido que sus canciones identifiquen a su melódica voz con el alma y las vivencias de su pueblo y de sus paisanos.

Siguiendo esa ruta, Alain Collazos Garay, pudo darse cuenta a tiempo que con su voz podía traer el sabor y el espíritu de tierra adentro y con ella tocar corazones y soliviantar pasiones; así decidió entregarse a mantener la continuidad de la tradición y como un trovador se lanzó a contar la historia entrañable de su propia identidad.

Por su lado, Frank Collazos Garay, a quien alguna vez la curiosidad lo llevó a coger una guitarra, se fue convirtiendo entre acordes y temples en un claro representante de la mejor guitarra coronguina y ancashina. Así como el talento llega con el nacimiento, la madurez llega con el constante oficio.

De nada vale esa virtud al nacer si los años de práctica y estudio no perfeccionan a esa capacidad musical. Y eso es claro no solo de observar, sino de sentir en una de las guitarras que ya se perfila como digno representante de la música popular andina.

Estas tres generaciones se completan con la presencia en el concierto de Gina Gamarra Collazos, joven cantante cuya voz parece venir de lejos, desde los campos y pastizales, desde la orilla de unrio transparente o desde el suave viento que se encarga de llevarle al cielo el dulce aroma de los eucaliptos. No puedo dejar de recordar con mucho sentimiento a Yadi Collazos, quien en espíritu siempre estará presente en la suave y dulce voz de Gina.

Entre cuerdas y voces, la sangre coronguina se hizo danza en el memorable concierto de la Asociación Cultural Tierra Madre que dirige Mariela Collazos Garay, quien hoy en día es una connotada investigadora del folklore coronguino.

Este concierto ha marcado un hito para los Collazos Garay como saga familiar y reafirma en sus seguidores el compromiso que tienen para seguir en la brega, estudiando, investigando, defendiendo y difundiendo la música popular ancashina como parte de un modo de existir y de entender que, antes de tener el pensamiento y el corazón comprometido y con un objetivo cultural y social, el espíritu de un artista popular tiene que ser libre.